Es increíble lo que se esconde detrás de una sola estrella. Un universo desconocido de seres diferentes y que nunca llegaremos a conocer.

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Es increíble lo pequeños que nos sentimos al contemplar un cielo estrellado, un cielo con incontables estrellas que nos abruma hasta el punto de llegar a derramar una lágrima.

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Es absurdo el vacío que se siente, al ver tantos millones de estrellas que ni siquiera dividiendo el cielo en pequeños pedazos podríamos llegar a contar. Nuestro dedos de las manos son muy pocos parala grandeza del universo. La grandeza del espacio que no llega a caber en nuestras pequeñas mentes. Ni siquiera nos alcanzan los de los pies para calcular la inmensidad de este universo en el que inútilmente existimos.

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Nos encontramos a nosotros mismos siendo egoístas al pensar en estas cosas. Realmente no somos tan importantes como creemos para el mundo y por eso luchamos para serlo al menos para una persona. Somos realmente insignificantes y nuestra existencia no hace la diferencia ni en este mundo ni en ningún otro. Sólo llegamos a pensar en nosotros mismos. Hacemos las cosas, no por el bien del otro, si no por lo bien que nos hará ver a nosotros mismos. No inventamos grandes obras para la humanidad, lo hacemos para alimentar nuestros egos, aquella única cosa que llegaría a ser más grande que el firmamento.

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He de aceptar que he derramado lágrimas al encontrarme bajo un cielo con tantas estrellas. Llegué a sentirme tan insignificante que las ganas de cortarme las venas fueron casi incontenibles. Quise robarme un estrella al menos para sentirme única por un momento y sentir que brillaba con algún tipo de luz "propia". (...) Me soprendió su reacción; la reacción de aquellos seres que ni siquiera intentan comprender ese sentimiento. Un sentimiento que, aunque un poco depresivo, es el más increíble que llegarán a sentir jamás. Un amor inmenso por un astro, el estar enamorado de un cielo, lo que se siente al amar algo que no se conoce, el deseo exacerbado de conocerlo, y la deseperación que hemos de pasar al encontrarnos con nuestra imposibilidad de hacerlo; simplemente tener que aceptar lo imposible que es traspasar las barreras de nuestro cuerpos para ser parte de esa inmensidad, al menos por un momento.
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(no es nada personal con aquellas personas porque, aunque sólo lo han hecho algunas, han sentido lo mismo en algún punto de sus vidas, y las admiro por tener la capacidad de ignorar esas cosas a su al rededor, de vivir felices en sus vidas y de amar a las cosas cercanas y conocidas. Adoro a esas personas por tratar de mostrarme cómo se vive una vida sin miedo)